... y llegó febrero a toda velocidad

Veo con un poco de culpa, y un tanto de sorpresa, que febrero a está a menos de quince días de concluir y que no he escrito en Conversaciones de Café. No tengo excusas, simplemente recuento de días que no acaban, que parecen interminables, llenos de actividades, ideas, citas, proyectos, encuentros, tráfico y cansancio. Si, mucho cansancio, y cuando puede llegar a sentarme frente a la computadora, lo que quiero es aventarme a la cama y a duras penas logro ponerme la pijama.  ¡Qué cansancio, caramba!

No es queja, al contrario, quisiera hacer cosas que no me gustasen para poder sentarme en la larga banca de los y las quejumbrosos que dicen que su vida es una tragedia en la que pasan cosas que no les gustan. Sucede que llevo años implorando un clon con el que pueda dividir mis labores, y no lo encuentro. 
Imagen: Creative Commons Agtwo

Ya sé, sólo existen 24 horas, las mismas 24 horas que tuvo Leonardo Da Vinci o con las que vivió George Sand. Ninguno paró de crear, conocer, indagar, convivir. Por ello digo que tengo espíritu renacentista, pero me gustaría tener la posibilidad de multiplicar las horas para que mi imparable inquietud pudiera explorar todo lo que le falta y mi mente curiosa pudiera conocer y aprender todo lo que aún quiere investigar. 

En fin. Que este post no es otra cosa que una entrada furtiva, robada a un día de medio descanso y reflexión en el cual tengo ganas de hacer poco y en el que inevitablemente sé que a partir de mañana, nuevamente, entraré a la carrera de locos de esta vertiginosa y apabullante Ciudad de México. 

¿Ustedes cómo están? 

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Comentarios

Henry Cath ha dicho que…
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LaClau ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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