Jubilosos cincuenta
La mejor edad para ser mujer... es justamente la que tienes ahora.
Leído en Mujeres Construyendo
Señala el diccionario que el júbilo
es el gozo o alegría muy intensa que se
hace ostensible. No encuentro otra manera de describir la llegada a los
cincuenta años. Me falta un mes y medio para cumplirlos oficialmente, pero
llevo saboreando gozosamente su arribo desde hace tiempo.
No encuentro cabida a esas imágenes y
creencias que escuché desde la infancia en que se decía que una mujer de
cincuenta era una mujer en plena decadencia: con la cabeza blanca y peinado de chonguito anudado en la nuca,
vestida de negro, ligeramente encorvada y con la piel arrugada, en plena
despedida de una vida dedicada a los hijos o al resto de la humanidad y con un
futuro de color parecido al de su atuendo.
Nada más lejano y distante de mi presente.
La intensa e inmensa alegría que me está
provocando la llegada a mis cerca de 18250 días de vida no puedo describirla. Me late el corazón, no
puedo parar de sonreír y tengo muchos planes, proyectos que hacer, países que visitar, libros que
leer, emociones que sentir, palabras que escribir, calles que caminar,
atardeceres que disfrutar, carcajadas que liberar, vinos que catar, helados que
probar, caricias que dar y besos que compartir.
Desde que tengo uso de razón recuerdo haber
pensado que uno de mis deseos de vida era llegar a la muerte habiendo hecho,
por lo menos, un tercio de todo lo que quiero hacer. Creo que no he cambiado
mucho. He hecho infinidad de cosas, vivido, sentido, disfrutado, elaborado,
construido, pero me faltan otras tantas por hacer aún. Ser eternamente inquieta
permanece y no parece disminuir esa picazón que me provoca el descubrir,
aprender, explorar.
Me encuentro menos miedosa de lo que
tradicionalmente fui y más plantada en mis zapatos. Me preocupa menos
equivocarme que el aprendizaje que cada decisión lleva implícito. Los adioses ya no me paralizan y las
bienvenidas me impulsan a seguir adelante. Me siento más segura de mis ideas y estoy
dispuesta a explorar nuevos horizontes. Tengo la certeza de que no existen certezas en
la vida y la incertidumbre me resulta más
atractiva, tal vez porque ahora sé que cuento conmigo.
Me he reconciliado con mi historia, con
los capítulos que me destrozaron y que a la larga me hicieron más fuerte sin
darme cuenta. He perdonado la mayor
parte de mis equivocaciones y sé que aquellas que aún ahora me generan dudas
encontrarán su lugar en el proceso. Si
quiero algo, lo busco, no me gusta dejar al azaroso y juguetón destino mis
inquietudes y ganas. Si no obtengo lo que busco, exploro otro camino o asumo
que no todo se puede dar y me despido de ello.
Si no me siento cómoda con eso, lo reconozco y sigo el trayecto. La
frustración ya no me paraliza, me incentiva.
El amor me entusiasma así como sus
infinitas posibilidades espirituales y
físicas. Reconozco que el cuerpo que hoy
tengo no se parece al que tuve hace 10, 20 ó 30 años, pero no me importa. Lo
disfruto como no lo hice cuando la gravedad aún no decidía hacerse presente y
agradezco el aire que le da vida a cada a célula que me hace ser quien soy. Hoy tengo el aplomo que carecía cuando todo en
mi cuerpo estaba en su lugar. ¡Jugarretas de la vida!
La inteligencia y sus múltiples
manifestaciones me gustan cada día más. El sentido del humor es una de ellas y
lo disfruto sin límites. No cambio una carcajada sentida, y más si es
compartida, por una discusión que no busca encontrar una respuesta sino obtener
la razón a costa de lo que sea.
Hoy me atrevo a atreverme. ¡Ese si que es
un regalo que llega con los años! La conciencia de que cada día es irrepetible
y de que no me estoy haciendo más joven se ha convertido en el motor que me
levanta y empuja todas las mañanas. No
me quiero quedar con “te quieros” en el baúl de las dudas ni con posibilidades
amordazadas por el temor al resultado.
El tiempo transcurre más rápido. ¿Alguien
sabe por qué las manecillas de mi reloj son más veloces que antes? Sin embargo, disfruto cada segundo mucho más.
Ya no me interesa tener la razón. Le
apuesto a aquello en lo que creo e invierto tiempo con las personas, en los
proyectos y en aquello que me hace sentido y me gusta. Ya no busco espacio para lo “que tiene que ser” y si lo busco para lo que
me emociona y compromete.
Cada día me tomo las cosas menos
personales y cuando alguien no coincide conmigo, agradezco las diferencias y
sigo mi recorrido. ¿Te gusto? Qué bueno. ¿No te gusto? También.
¿Cómo no estar feliz de llegar a los
cincuenta disfrutando cada instante, habiendo vivido lo vivido y con ganas de
seguir acariciando cada segundo?
Podemos seguir conversando en Twitter: @LaClau
Comentarios
Besos y si, tenemos que vernos.
Un abrazo.
mas meses que vos
mas años
mas tiempo
y mis ganas por vivir son las mismas
Gracias por tus comentarios y visita. Un poco tarde la respuesta, pero sigue siendo vigente. Gracias por compartir tus permanentes ganas de vivir.
Saludos,
Qué maravilla, la edad no importa, son la intensidad y las ganas las que hacen la diferencia.
Que disfrutes cada instante de los 40 y su circunstancia. Es maravilloso.
Saludos,