Un gato perdido en la poesía de Baudelaire
El gato
Charles Baudelaire
En mi cerebro se pasea,
Como en su casa,
Un lindo gato, fuerte, dulce y tibio.
Cuando maúlla se le oye apenas,
Tan tierno y discreto es su timbre;
Por más que su voz se apacigua o retumba,
Es siempre rica y profunda.
He ahí su calidez y su secreto.
Esa voz, que brota y se filtra
En mis fondos más tenebrosos,
Me llena como un verso numeroso
Y me regocija como una pócima de amor.
Ella atenúa los más crueles males
Y detiene todos los éxtasis;
Para decir las frases más largas,
No necesita palabras.
No, él no es el violín, instrumento
perfecto, que muerde mi corazón,
pero hace, más regiamente,
Sonar su cuerda más vibrante
Que tu voz, gato misterioso,
Seráfico gato, gato extraño,
En quien todo es, como en un ángel,
Tan sutil como armonioso.
II
De su piel rubia y morena
Brota un perfume tan dulce, que una tarde
Fui embalsamado por haberlo
Acariciado una vez, sólo una.
Es el espíritu familiar del lugar;
Juega, preside e inspira
Todas las cosas de su imperio;
¿Puede ser un hada, un dios?
Cuando mis ojos son atraídos, como por una amante,
hacia ese gato que amo,
Se vuelven dócilmente
Y me veo a mí mismo.
Miro con sorpresa
El fuego de sus pálidas pupilas,
Marchita claridad, ópalos vivaces,
Que me contemplan fijamente.
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