"El Juanito que llevan dentro" por Víctor Alejandro Espinoza. Columnista Invitado.


El Juanito que llevan dentro
Víctor Alejandro Espinoza

Y Juanito fue seducido por el canto de las sirenas. Todo parece indicar que dentro de un mes, Rafael Acosta Ángeles, “Juanito” para el consumo popular, tomará protesta como jefe delegacional de Iztapalapa, Distrito Federal. La seducción es del orden de los más de 3 mil millones de pesos (3,076,512,084.00). Iztapalapa cuenta con el presupuesto más elevado de las 16 delegaciones de la capital del país. Ocupa el 7% del territorio capitalino y ahí viven un total de 1 millón, 773,343 personas. En términos de población es más grande que varias ciudades importantes: Guadalajara, Zapopan, Ciudad Juárez o Tijuana. Iztapalapa es un verdadero botín: por eso todos quieren ser Juanito.

Sin duda un personaje como Juanito requiere de ciertas condiciones para surgir y jugar un papel protagónico en el espacio público. La concepción del poder como fuente de riqueza, que priva en la cultura política nacional, ayuda a explicar este súbito fenómeno mediático. La corrupción de la administración pública, es otra de las condiciones. Pero también, la vida política partidista, los órganos encargados de dispensar justicia y los medios electrónicos de comunicación. En suma, un entramado institucional que no se ha transformado y que sigue funcionando como si aquí no hubiera pasado nada; es decir, como si la transición democrática no hubiera existido.

El 12 de junio, a unos días de la jornada electoral del 5 de julio, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, respondiendo a la demanda presentada por la candidata al gobierno de Iztapalapa (de la corriente de los “Chuchos”) por el PRD, Silvia Olivia Fragoso, declaró invalidada la candidatura de Clara Brugada (de la corriente de Andrés Manuel López Obrador). La sentencia del TEPJF significó en los hechos un replanteamiento de la estrategia de todos los actores. En primer lugar, era imposible sustitur las boletas electorales ya impresas. Aparecería en ellas Clara Brugada, pero todos los votos que ella obtuviera serían para Silvia Oliva. Un hecho sin precedentes y carente de toda lógica. Ante ello, el 16 de junio y con tan sólo 10 días para realizar campaña, Alejandro Encinas, hoy coordinador de la fracción perredista en la Cámara de Diputados, planteó una salida: habló con Alberto Anaya, líder nacional del PT, para que el candidato de ese partido, Juanito, aceptara recibir los votos de Brugada y una vez que tomara posesión, renunciara a favor de aquella. AMLO y Clara Brugada aceptaron. En ese momento, Juanito tenía una intención de voto del 9%; mientras que Brugada alcanzaba el 60%. Era imposible que sin el apoyo del lopezobradorismo Rafael Acosta hubiera triunfado; pero el poder seduce, vaya que sí.

Y Juanito ganó y exigió: 50% de todos los cargos de la delegación como condición para pedir licencia. Que importan la preparación o los meritos como requisito para ser funcionario público: quiere darle empleo a sus cuates. Pero ese no es invento de Juanito. Él lo aprendió observando cómo se ejerce el poder en este país. Qué importan los meritos o la trayectoria, o la formación profesional. Es más importante la lealtad al jefe en turno. Por eso cualquiera puede ser secretario de Estado o estar al frente de una paraestatal. Cualquier cartera es buena para favorecer a los amigos: los méritos en campaña valen más que la preparación para el cargo. El ejercicio de gobierno como vía de enriquecimiento. Por eso Juanito ya está pensando en la presidencia de la República.

Los medios electrónicos han encontrado un filón de oro en el caso Juanito. Es más, el canto de las sirenas seguramente lo escuchó en alguna de las múltiples entrevistas. Nunca se imaginó tanta popularidad. Lo subieron en una nube. Quienes ejercen el periodismo desde una óptica visceral contra AMLO, encontraron al personaje idóneo; se los pusieron en bandeja de plata. Y Juanito mordió el anzuelo. No quiero ni imaginar lo que puede pasar a partir del 1 de octubre, fecha en la que toma posesión Rafael Acosta. Quizás estemos ante un conflicto social y político de incalculables proporciones. No basta con ser popular para ejercer el poder con responsabilidad. No se trata de un cargo cualquiera: el presupuesto y el poder pueden ser mayores que el de un estado de la República. Si gobernantes pequeños han hecho tanto daño a nuestras instituciones, imagínese a Juanito y sus ocurrencias. Me preocupa más que sea verdad que cada una de las decisiones que llevaron a crear este fenómeno hayan tenido justamente ese objetivo: dividir para ganar, no importando los costos. Porque en este país nos hemos acostumbrado a la impunidad.

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Víctor Alejandro Espinoza es profesor investigador del Colegio de la Frontera Norte. correocolef@yahoo.com.mx


Imagen:rivalinterior.com

Comentarios

AMOROSAMENTETUYO ha dicho que…
Hola Clau:

Bien, como en el anterior post de Juanito y las diputadas, me sobrepase en la extensión de mi comentario, y como este tiene mucha relación con el otro, sólo puedo señalar respecto a mi opinión: "Idem", "ibid", "ibidem"

Saludos
Amorosamentetuyo
LaClau ha dicho que…
Jajajajajaja, pues ibidem Amoroso,
Saludos,

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