¿Alguien puede detener el tiempo por favor?

Hay días que son así: veloces, imprevistos, ajetreados, irreverentes, inesperados, intensos, contradictorios, inefables, emotivos, desesperantes, interminables y a la vez, finitos.

A punto de terminar una jornada en la que han pasado por mi cabeza millones de palabras vinculadas a temas y quehaceres diversos: desayuno, gatos, comida, preparativos, conferencia, diplomacia, twitter, blogs, plan de negocios, inglés, francés, protocolo, power point, keynotes, email, prisas, cv, caminata, esoterismo, belleza, vanidad, maleta, amigos, corazón, nostalgia, emoción, planes, viajes, vestidos, anillos, aretes, limpieza, bancos, contabilidad, llamadas, citas, agenda, círculo de lectura, libros, revistas, pulseras, uñas, perros, página, diseñadores, cambios, propuestas, invitaciones, proyectos, comprobantes, planeación...ufff.

¿De todo esto se saca una realidad? Si. Información al por mayor en una sola cabeza. ¡Y pensar que sólo empleamos el 5% de nuestra mente! El resto de la información está en el 95% restante siendo procesada en el subconsciente. ¿Cómo será ese universos? Habrá que buscar a Leonardo DiCaprio para que nos lleve de viaje por nuestros sueños y nos permita ver, al más puro estilo Inception, qué pasa en nuestro interior. Ironía de ironías: algo que forma parte de nosotros y nos define...y lo desconocemos. Aprender a soñar será el próximo objetivo, y a viajar por mis sueños.

Bueno, es hora de dejar de divagar y seguir sumando palabras para el diccionario interno. ¿Acaso no termina el inconsciente por crear sus propias definiciones e interpretaciones de lo que vemos, escuchamos, percibimos, hacemos y vivimos?



Comentarios

Carlos G Garibay ha dicho que…
El monólogo interno nunca termina, mi estimada. Hay que alimentarlo y dejarse llevar por el. Quizás algún día encontremos muchas respuestas allí.

Creo que más bien hay que registrar muy bien los momentos que nos hacen sentir bien porque, contrario a tu deseo de detener el tiempo, son los que más velozmente se escurren entre las manecillas.

¡Un abrazo!
Carlos G Garibay ha dicho que…
Vaya, repetí muchas veces la palabra bien... ¡que bien!

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