Un ratón en mi zapato


Quienes tienen gatos, no me dejarán mentir: su presencia en tu vida te cambia todo, desde las rutinas cotidianas hasta el decorado de la casa.

El otro día, mientras me arreglaba a toda velocidad pues tenía que salir temprano a una cita de trabajo y hacía lo que las mujeres hacemos en estos casos -preparar desayuno, dejar la casa lista, arreglarnos, peinarnos y maquillarnos al mismo tiempo- me topé con una sorpresa que me hizo reír muchísimo. Con el rimmel en la mano y mientras Leonardo Curzio daba las noticias en su programa de las mañanas, repasando en mi mente si llevaba los documentos de la junta y los últimos detalles de la presentación, intenté ponerme un zapato y no pude. ¿La razón? Un ratón de tela estaba debidamente escondido en el fondo del mismo.

Mientras, con cara de sorpresa por supuesto, hacía el intento por segunda y tercera ocasión sin lograr que mi pie se acomodara debidamente en el calzado, ocho ojos me observaban silenciosa y detenidamente. Entre miradas escrutadoras, bigotes relamidos, patitas recién lavadas en lenguas rasposas y orejas ligeramente inclinadas hacia el frente, los felinos de mi vida veían la escena: un pie atormentado a uno de sus juguetes favoritos en la guarida que habían destinado como refugio del roedor de tela.

Los gatos tienen un muy particular sentido del orden y la estética. Sus juguetes y objetos de interés los guardan en lugares que a los humanos nos parecen difíciles de comprender: desde un zapato hasta la funda de una almohada, sin olvidar los espacios entre los sillones de la sala. El decorado es para ellos una cuestión de comodidad principalmente. Las cosas deben colocarse, ni más ni menos, que en aquellos lugares que les parezcan accesibles, cómodos y a la mano: en medio del pasillo, sobre la cama, sobre la mesa del comedor, junto al fregadero de la cocina, sobre la tapa de escusado, encima de la silla. El caso es complementar el decorado original de cualquier habitación con sus juguetes, listones, ratones, bolas de tela o estambre o el último collar que decidieron que se vería mejor entre sus patas que en el cuello de la dueña.

Tal vez lo que a mi corresponda hacer ahora sea guardas mis pinturas, artes, anillos, plumas, marcadores y cualquier cosa que necesite en mi vida en una sola caja para que ellos puedan, libremente y sin obstrucción alguna, hacer de mi casa un juguetero en el que jugar y correr a sus anchas. Lo voy a reconsiderar.

Comentarios

Mercè ha dicho que…
¡Cuánta razón! Mi gato sólo jugaba con bolas de papel de alumninio, que luego guardaba cuidadosamente dentro de mis zapatos... :-)
LaClau ha dicho que…
Hola Mercé,

Saludos y bienvenida. Vaya gatito el tuyo. Olvidé hablar de las bolas de papel aluminio y los papeles de celofán que se tiran a la basura.... ¡Gracias por recordármelo! jajajajaja.

¿Qué café te sirvo hoy?

Que disfrutes el fin de semana,
Fauve, la petite sauvage ha dicho que…
Zapatos y zapatillas no son cualquier sitio de la casa: ¿No te miraron con cara de pánico y horror? Es un refugio perfecto para el juguete al que destrozan durante el día pero que de noche les despierta una ternura tan grande que se ven en la obligación de cobijarlos y resguardarlos de todo mal, incluidos tus pies...
Los míos también lo hacen, y también me miran mal cuando mis pies encuentran una interrupción en su avance dentro del calzado, y no sé cómo reparar tan horripilante error.
Por suerte, enseguida se olvidan.
Alicia ha dicho que…
Cierto, mis gatos también lo hacen, es una más de sus deliciosas costumbres: junto con subirse a cualquier altura que esté a su alcance, no dejarme hacer la cama, dormir encima de mí, comer las plantas, y etc., etc...
Maravillosos gatos.
Un abrazo
Rom ha dicho que…
Hola Clau!!!! pensé que te había perdido la huella.... pero te vi en twitter y no sabes que alegría... quisiera proponerte algo, es un poco imprevisto pero creo que te puede interesar (jejeje... no es matrimonio, no aún jajaja)... te estoy siguiendo en twitter.... tu dime como contactarte.... bendiciones
LaClau ha dicho que…
Fauve,
La carita de asombro fue indescriptible. No daban crédito a lo que su juguete mayor (o sea yo) estaba atreviéndome a hacer. Afortunadamente, no dejaron de quererme, al menos en lo inmediato!!
Un beso,
LaClau ha dicho que…
jajajajajaja, Alice, son indefinibles y no acabaríamos de describir todo lo que hacen. Subirse a todo lo que pueden, su vida es vertical, usarlo a uno de colchón, experimentar en nuestras cosas, en fin. Son maravillosos, únicos, indescifrables y adorables gatos.
Un abrazo,
LaClau ha dicho que…
Hola Rómulo,
Qué gusto y por fin nos reencontramos! Me dio gusto saberte ahora Twittero también.
Te dejo un inmenso y afectuoso abrazo. Ya te extrañábamos en la blogósfera. Bienvenido de regreso!

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