Fiestas patrias mexicanas
El famoso día del Grito en México, 15 de septiembre considerado Fiesta Nacional, los mexicanos conmemoramos la Independencia del país. Podemos observar el festejo y la fecha desde, por lo menos, dos ópticas: en una nos preguntamos si hay algo que festejar o festejamos y punto.
Si nos preguntamos si hay algo que festejar, podemos decir que no mucho, pues ¿pará qué nos ha servido la Independencia (y después la Revolución, mmmmm) si la mitad de la población de nuestro país vive en la extrema pobreza y ahora sumamos a nuestras historias cotidianas la violencia que vive agazapada a la vuelta de nuestras casas esperando el momento de hacerse presente. Es más, hay quienes dicen que si no nos hubiésemos independizado hubiésemos sido campeones de football en el mundo....
El hecho es que el Grito de Dolores existió, hemos vivido una historia de cambios, guerras, violencia (que ojo, la vivimos crudamente en la actualidad, pero nuestra historia del S.XIX y del S.XX ha sido muy violenta también, por otras razones, pero la violencia aparece como continuum de nuestro ethos...). No nos gusta decirnos esto, pues nos vemos a nosotros mismos en muchos sentidos como víctimas de la historia, primero de los españoles y después de los gringos y estamos convencidos de que somos gente pacífica....pero cuando vemos la manera de resolver conflictos a lo largo de 200 años (primero te mato a estar de acuerdo contigo o dialogar), de desaparecer opositores de manera silenciosa, de estar dispuestos a "rompernos la madre" en los semáforos por un incidente automovilístico....podriamos empezar a cuestionarnos. Ni qué decir de la violencia intrafamiliar.... esa realidad que no conoce fronteras ni clases sociales, sobre la que las buenas conciencias y las buenas familias no hablan y a la que le llevó décadas enteras reconocer al gobierno que era un problema de salud pública y no una cuestión privada. Los mexicanos tenemos una historia poco pacífica, aunque no nos guste reconocerlo.
Pero decía también que podemos simplemente festejar. Si, a pesar de esta manera poco civilizada que tenemos de convivir, del gusto con que montamos trifulcas en lugar de dialogar (y que no me digan que no, tenemos ejemplos de antología en la Cámara de Diputados....) también tenemos una faceta festiva y cachonda. De la misma forma en que discutimos antes de dialogar, estamos dispuestos a tomar una cerveza o un tequila al menor pretexto y hacer de un encuentro una fiesta. El 15 de septiembre no es la excepción, y hay que decirlo, también sabemos disfrutar. Nos reímos de la muerte, si no, pregúntenle a José Guadalupe Posada. Este día nos sirve para olvidarnos del tráfico que nos enoja, para tomar el coche y salir de puente vacacional a algún lugar y reunirnos con amigos a brindar, reir e ignorar las ocho columnas de los periódicos.
En fin. Los claroscuros del ying-yang mexicano y de nuestra inexplicable complejidad.
Si nos preguntamos si hay algo que festejar, podemos decir que no mucho, pues ¿pará qué nos ha servido la Independencia (y después la Revolución, mmmmm) si la mitad de la población de nuestro país vive en la extrema pobreza y ahora sumamos a nuestras historias cotidianas la violencia que vive agazapada a la vuelta de nuestras casas esperando el momento de hacerse presente. Es más, hay quienes dicen que si no nos hubiésemos independizado hubiésemos sido campeones de football en el mundo....
El hecho es que el Grito de Dolores existió, hemos vivido una historia de cambios, guerras, violencia (que ojo, la vivimos crudamente en la actualidad, pero nuestra historia del S.XIX y del S.XX ha sido muy violenta también, por otras razones, pero la violencia aparece como continuum de nuestro ethos...). No nos gusta decirnos esto, pues nos vemos a nosotros mismos en muchos sentidos como víctimas de la historia, primero de los españoles y después de los gringos y estamos convencidos de que somos gente pacífica....pero cuando vemos la manera de resolver conflictos a lo largo de 200 años (primero te mato a estar de acuerdo contigo o dialogar), de desaparecer opositores de manera silenciosa, de estar dispuestos a "rompernos la madre" en los semáforos por un incidente automovilístico....podriamos empezar a cuestionarnos. Ni qué decir de la violencia intrafamiliar.... esa realidad que no conoce fronteras ni clases sociales, sobre la que las buenas conciencias y las buenas familias no hablan y a la que le llevó décadas enteras reconocer al gobierno que era un problema de salud pública y no una cuestión privada. Los mexicanos tenemos una historia poco pacífica, aunque no nos guste reconocerlo.
Pero decía también que podemos simplemente festejar. Si, a pesar de esta manera poco civilizada que tenemos de convivir, del gusto con que montamos trifulcas en lugar de dialogar (y que no me digan que no, tenemos ejemplos de antología en la Cámara de Diputados....) también tenemos una faceta festiva y cachonda. De la misma forma en que discutimos antes de dialogar, estamos dispuestos a tomar una cerveza o un tequila al menor pretexto y hacer de un encuentro una fiesta. El 15 de septiembre no es la excepción, y hay que decirlo, también sabemos disfrutar. Nos reímos de la muerte, si no, pregúntenle a José Guadalupe Posada. Este día nos sirve para olvidarnos del tráfico que nos enoja, para tomar el coche y salir de puente vacacional a algún lugar y reunirnos con amigos a brindar, reir e ignorar las ocho columnas de los periódicos.
En fin. Los claroscuros del ying-yang mexicano y de nuestra inexplicable complejidad.
¡Viva México!
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