El matrimonio es un deporte extremo. Elizabeth Gilbert (2)
Pues acabé el segundo capítulo de Comprometida y estoy llegando a la conclusión de que el matrimonio es un deporte extremo. Gilbert describe en él la historia del matrimonio en occidente y no puedo menos que pensar cuánto desconocemos sobre el tema y con cuánta ignorancia y prejuicios hablamos sobre él. Lo que es más, ¡con cuánta ignorancia tomamos la decisión de casarnos!
En occidente el matrimonio por amor ha sido una novedad relativa, tiene cuando mucho, un par de siglos de haberse instituido. El matrimonio para proteger el patrimonio, garantizar la estabilidad social, política y religiosa ha sido la constante desde antes de Cristo.
Algo que llamó profundamente mi atención fue el hecho de que el amor Cristiano promovía la hermandad y la vida casta, hecho que en el momento amenazó profundamente la estructura social y la tradición de perpetuación de la familia y el pueblo hebreo en el que el matrimonio y el sexo eran aceptados pues además garantizaban la perpetuación de su sociedad. La castidad como una manera de alcanzar a Dios y acercarse a los hombre y mujeres resultaba profundamente amenazante.
Por otro lado, la evolución del matrimonio como institución protegida por la Iglesia (para que ésta pudiese tener control sobre los reinos y sus riquezas) así como su posterior evolución hacia el matrimonio laico protegido por el estado ha implicado profundos cambios en el pensamiento de las personas y la manera de concebir sus relaciones.
La constante ha sido, a lo largo de la historia de occidente, el cambio en el concepto. Paradójicamente hoy, cuando las parejas que se casan por amor se están divorciando, quienes están rescatando al matrimonio de su inevitable muerte son las parejas homosexuales en el mundo, que están peleando su derecho por poder establecer un vínculo de esa naturaleza con los derechos y obligaciones implícitas y ser aceptados a través de este vínculo jurídico-legal.
Todo esto me lleva a pensar en el caso mexicano. El matrimonio ha pasado por el tamiz de la religión de manera inequívoca y ello ha permeado de manera profunda nuestra visión al respecto y nuestro papel como individuos ante ello. Se desarrollen los matrimonios ante la Iglesia o no, y pido una disculpa a quienes no sean católicos pues se que esta observación deja parte del debate sobre otras tradiciones y religiones de lado, la visión católica permea en gran medida lo que éste significa en el país.
Existe un profundo sentimiento de culpa detrás de todo, típico de la educación que recibimos y que se permea en la cultura de la simulación que caracteriza a los mexicanos. El papel del hombre y la mujer en el matrimonio están determinados por la visión de la buena mujer mexicana casada y el buen mexicano: ella es hogareña, buena esposa y buena madre y mientras él sea buen proveedor, no importa que tenga casa chica, mediana y grande alrededor. Esto, por otro lado, tampoco es novedoso y era una forma de vida desde antes de la Conquista, mientras un hombre pudiera mantener bien a las mujeres con las que compartía su sexualidad, que tuviera a las que pudiera mantener. El estar casado como partes de las "buenas costumbres" fue una tradición que se arraigó de manera relativamente reciente: a lo largo del Porfiriato. El tener otras mujeres, sigue siendo una actitud vigente que hace a un hombre, "muy hombre".
El índice de divorcios en México ha aumentado un 40% en los últimos años. Esto es un claro indicador de que algo está cambiando y el matrimonio como se ha entendido en nuestra cultura y tradición, está llegando a un límite. El divorcio express, ya instituido en el Distrito Federal, ha facilitado la disolución del vínculo que une a las personas.
Si el matrimonio ha evolucionado a lo largo de la historia, así como las condiciones para casarse y divorciarse, ¿por qué sigue siendo tan doloroso y traumático un divorcio y la gente cada vez piensa menos en el matrimonio como una opción de convivencia en pareja?
Ustedes ¿a qué conclusiones llegaron en este capítulo?
Imagen: escalada.com
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