Reflexiones desde Washington

Viendo el capitolio y el imponente  obelisco que le dan a Washington D.C.  ese toque imperdible de gran ciudad, de centro de poder, de ombligo del mundo, es imposible no reflexionar sobre   el lugar de México en las grandes cuestiones que hoy definen esta indefinible realidad internacional.  Atrás quedaron las certezas del mundo bipolar, inclusive la  “sorpresiva” multipolaridad  que cubrió al mundo a partir del 9 de noviembre de 1989 con la caída del Muro de Berlín.

Las explicaciones de hace tan sólo dos décadas  han perdido sentido ante los problemas, conflictos, realidades  y desafíos que hoy tratamos no sólo de resolver, sino sobre todo, de comprender.

Vine a  la reunión anual del Council of Councils. Se trata del Consejo que aglutina  a los principales think tanks de temas internacionales del mundo y cuyo convocante es el Council on Foreign Relations.  Discutimos, analizamos y conversamos sobre una serie de cuestiones que hoy cubren las primeras planas de la prensa global, sobre todo la de los países desarrollados y que replican los medios del resto del mundo:

Política doméstica en Estados Unidos y política exterior; la crisis de Ucrania y su impacto en las relaciones entre las grandes potencias y el futuro de la soberanía; terrorismo y extremismos; el Medio Oriente;  el sistema de salud en el mundo y las lecciones del Ebola; competencia fiscal y comercio internacional; los dilemas de la intervención humanitaria, el caso de Siria; el control de armas nucleares y el Tratado de no Proliferación.

Asuntos vitales, sin duda alguna, que a su vez plantean nuevas interrogantes y necesidad de nuevas políticas, reflexiones y sobre todo, un nuevo marco político-conceptual para encontrar respuestas.  ¿Quién gana con la anexión rusa de Crimea y cómo afecta la relación China-Rusia? ¿Cómo enfrentar, comprender, dialogar con los milennials del mundo árabe que hoy encuentran más respuestas en Google que en sus familias e historia y que visualizan en los fundamentalismos la solución al vacío que la estructura de poder de sus países les ofrece?  La salud es un problema real y muy tangible en el mundo y las instituciones internacionales como la OMS (Organización Mundial de la Salud) tienen un mandato cuya estructura es incapaz de solucionar. ¿La respuesta está en un país o en las empresas…. Cuyos intereses no son necesariamente sociales sino que responden a la lógica del mercado? (Por ello son empresas, no instituciones de caridad.) ¿Por qué las intervenciones humanitarias van acompañadas de armas y no de ayuda que toque la vida de las personas y no que les arranque, literalmente, el corazón?

Los temas expuestos son vitales, pero siguen siendo los asuntos que aquejan a algunos de los gobiernos y grupos del planeta.  Para muchos países y sus líderes, el Ebola es casi un asunto de película, no una realidad que hayan tenido que enfrentar… como si lo han sido el SIRS o la Influenza.  La cuestión tomó importancia cuando fueron occidentales quienes se vieron afectados. Al hablar de la cuestión, se habla de números… pero no se  desagregan los datos y la lectura es diferente cuando se sabe que el 75% de las personas afectadas por esta enfermedad han sido mujeres. 

Ante estas reflexiones, inevitable plantearse cómo darle visibilidad al resto de los problemas de la agenda global y cómo incidir en los liderazgos que toman decisiones en el mundo.  Se habla de “los refugiados” en Siria, cuando la mayoría son mujeres y jóvenes menores de 15 años….  Las mujeres vistas como “una variable” que no es imprescindible desagregar ni destacar, cuando somos la mitad de la población y no participamos en igual proporción en las decisiones que afectan nuestras vidas.

¿Y México?  ¿Sus propuestas respecto a estos temas? ¿Inexistentes? No podemos seguir siendo el país global que somos y continuar ignorando lo que sucede en el resto del mundo.  Hace falta una posición más contundente y clara sobre múltiples temas de la agenda internacional. No se trata sólo de un asunto de gobierno.  Los medios de comunicación, las y los legisladores, el empresariado nacional, la academia, la sociedad y sus diversas organizaciones, deben (o deberían)  tomar posición, partido, elaborar propuestas, discutir, impulsar el diálogo sobre estas cuestiones.  Parece un mal endémico, no sólo de México sino de muchos países, que “lo internacional” es visto o bien como una amenaza   o como un campo de juego ante el que no es necesario ni colocarse ni tomar posición.  En este mundo, en este siglo, es imposible.

Desde una ciudad en la que no pasas una cuadra sin toparte de frente con la multiculturalidad y con el poder,  se torna necesario repensar como derribar las fronteras mentales desde las que las y los mexicanos explicamos nuestro lugar en el mundo.

Podemos seguir conversando en Twitter: @LaClau

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