Caminando despeinada

Hace frío, cosa extraña cuando justo ayer el calor nos tenía derretidos  y era imposible caminar sin sentirte sofocada y con la ropa húmeda pegada al cuerpo.  El viento me ha despeinado por completo y lo disfruto. Hace mucho que estar despeinada me parece la mejor manera de andar por la vida.  La vida es tan corta que no vale la pena preocuparse eternamente por el peinado y más cuando ésta te dice de tantas maneras que lo importante está en otra parte y que después te presta un cepillo.

Por segunda ocasión no escuché el despertador.  Empiezo a considerar que tengo serios problemas con mi manera de dormir... o tal vez de desvelarme.  En todo caso, salí corriendo a un desayuno y para variar, mi brújula interna me falló.  Lo digo con sorpresa, pero la verdad es que es algo muy común en mi. No recuerdo el nombre del autor o autora, pero ese libro que lleva por título "Por qué los hombres no lloran y las mujeres no entienden los mapas" (o algo así) es tan real. No entiendo los mapas. Punto. Tengo que darles la vuelta y luego yo darme la vuelta alrededor de ellos para saber en dónde estoy.  Salí corriendo hacia Connecticut Avenue... pero en el sentido inverso de donde debía ir. Me pierdo saliendo de la cocina de mi casa.... y aún así, siempre llego a donde debo hacerlo. Esa si es la sorpesa, y a veces hasta parezco orientada, lo cual es sólo un indicador de que me llevo con personas más desorientadas que yo. 

Después de mi cita, la visita a una oficina fantástica llena de irreverencia y de personas talentosas y divertidas regresé a la calle, a caminar con ese vientecillo típico de esta ciudad, pero no usual en esta temporada. El sweater ayer estaba de sobra, hoy fue necesario.  Volví a tomar el rumbo equivocado, pero en el fondo, fue el correcto. Cuando llegué a la Calle P me di cuenta de que debería darme la vuelta en "u" pues quería ir a la "I", no  a la "Q".  En todo caso, no creo que haya sido casual, pues en ese recorrido le robé un pedazo de tiempo al tiempo y mientras escuchaba el trino de los pajaritos y el sonido de las hojas mientras el viento las movía en diferentes direcciones, me encontré con mis pensamientos y con una plácida sensación de bienestar. 

¿Serán los años?  Tal vez sea esto a lo que se refería mi abuelita a sus 102 cuando me decía que con el tiempo cambian las preocupaciones (y con eso justificaba el no sacudir su casa... pues para qué, si todo si llenaría de polvo nuevamente....).  Me sentí tan contenta de estar desorientada, viendo a través de las ventanas el interior de las casas en las que las cortinas no ocultaban los secretos de sus moradores y las flores rosas de algunos balcones, mientras el frío se daba gusto dando vueltas en mi cuello.  Viva. 

Mi mente viajó a la velocidad de la luz hasta Texas y de regreso. Qué alegría estar viva, sentir, soñar, desear, imaginar, reír a carcajadas, bailar hasta que te duelan los huesos (¡o no!), saber que tu corazón vuelve a latir, emocionarte como adolescente con un encuentro, apasionarte en una discusión,  tocar un corazón,  acariciar la vida. 

La vida te hace travesuras cuando  te hace girar hacia la izquierda en lugar de a la derecha y se ríe de ti cuando te encuentras ...  estando perdida.

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Comentarios

Joseph Pulikotil ha dicho que…
Hello, greetings and good wishes.

Lovely photos.

I wish I could read your post so that I can comment on it.

I could not find a way to translate.

Best wishes
LaClau ha dicho que…
Joseph,did you try the Google Translator?
Thanks for the visit!
Claudia

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