Me llamo Zúcaro

Hace un mes mi cama era una cajita de cartón. Me cuidaba un niño chiquito que trabajaba con su mamá en la calle. Sé que me quería, a veces pienso en él. Me trataba un poco como su juguete. Me daban de comer poco, pero él y su mamá no comían mucho más que yo.

Uno de los días que fuimos a trabajar con su mamá, me salí de la cajita y me subí a la llante de un coche. Soy ruidoso y estaba yo cantando a todo lo que daba mi ronco y pequeño pecho cuando dos niñas -bueno, así les dicen, pero yo las ví muy grandes- llegaron corriendo, me tomaron en sus manos y me subieron al coche.

Me llevaron a una casa con su mamá y otras dos señoras muy chistosas. Me acariciaban, con un poco de sorpresa y después se lavaban la mano. ¡Sólo porque cada vez que me tocaban les quedaban negras! Ahí me dieron algo blanco delicioso, que ahora sé que se llama leche y unas bolitas duras...¿croquetas?

Las niñitas me llevaron a su casa, me bañaron y jugaron conmigo. Nunca entendí porque se reían tanto y qué les pareció gracioso de haberme mojado de arriba abajo. No paraban de reír.

Pasé algunas noches en esa casa, en donde también escuchaba otros ruidos. Un día que abrieron la puerta salí corriendo y ví a un bicho raro que ladraba y se me quedaba viendo y a otros tres bichos, más grandes que yo, con bigotes, orejas picuditas y cola.

A los pocos días me cambiaron de casa. Me dejaron en casa de la señora muy chistosa, que tiene la piel arrugadita y la cabeza blanca. También está una señora que se mueve por todos lados, entra, sale, me carga, me besa, me suelta, me regaña, me besa, me apachurra, me besa.... y que es mamá de otros dos bichos negros, iguales a los de la casa anterior, con ojos verdes. Me divierten mucho porque practico mis pasos de karate con ellos, sobre todo con Morgan -así se llama- y lo molesto todo, todo el día. El Jack no se deja, me gruñe a veces, pero también lo correteo cada vez que puedo.

Desde que me levanto corro. Esta casa me encanta, está llena de recovecos, huecos, lugares a los que subirme, sitios en los que esconderme, cosas que escalar de ¡todos los tamaños! Esas señoras juegan conmigo a cada rato. La de la cabeza blanca es muy chistosa y acojinadita. Es delicioso dormir sobre ella... es blandita. Su cabeza también es cómoda, cuando puedo, me recuesto sobre ella mientras ve una caja con imágenes que se mueven.

Jack y Morgan se ponen celosos cuando me acerco con la otra señora. Creo que es ¿su mamá? (¿qué es eso?). Ayer estaba yo jugando con los papeles de ella y tratando de hacerme el gracioso sobre su escritorio cuando llegó Morgan, me quito cogiéndome del cuello (la verdad es que no me lastimó, solamente me cargó y me quitó) y se puso junto a ella. Creo que ella es su propiedad y no debo acercarme mucho... pero me gusta que me de besos y me cargue. Está chistosa.

Lo que si no me cae bien es que en las noches me manden a dormir solito, en un cuarto con cojines, un sillón chiquito que se mueve, mi casita (que me sirve de trampolín para subirme a un cojín gigante en donde me gusta echarme la siesta) y con mi comida y mi propio arenero. Yo quiero estar con los otros bichos. ¿Qué derechos tienen ellos que no merezca yo?

Comentarios

Alikhandr@ ha dicho que…
Me encanto que tierno.

UN abrazo
gabo ha dicho que…
Como dice el tango: se me piantó un lagrimón cuando leía este post, un beso.
LaClau ha dicho que…
Alikhandr@:
Gracias por la visita.
Un abrazo,
LaClau ha dicho que…
Gabo,
Este bicho es de una ternura inconmensurable.
Besos,
LaClau ha dicho que…
Alejandro,
Son tan parecidos a los humanos...
Saludos,

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