¿Cómo será el mundo sin Steve Jobs?

Ya sé, el mundo sigue a pesar de quienes se van, aunque quisiéramos detener el tiempo y dar marcha atrás para regresarles el aliento vital. Steve Jobs no es un difunto más, ese hombre al que todos conocemos y que cambió el mundo de muchas maneras, es nuestro. Nuestro Steve.

No recuerdo en qué momento lo conocí. Lo que no recuerdo es en que momento su nombre no era parte de mi vida. Recuerdo hace no muchos meses estar caminando por Silicon Valley en las instalaciones de Apple y reír de alegría preguntando a las personas si habían visto a Steve por ahí. Por supuesto, todas reían, pero era una pregunta que no sorprendía a nadie. Steve nos pertenecía de alguna manera a todos.

Su rebeldía, que con el tiempo se institucionalizó en una manzana mordida perfectamente reconocible, se convirtió en símbolo de innovación, calidad, elegancia, creatividad. ¿Quién no ha escuchado su discurso antes los estudiantes de Princeton en el 2005? ¿Quién no ha sonreído antes las películas de Pixar, cuyo creador también es él?

Hombre de negocios, de innovación, de tecnología, de aventura, de empresa, de servicio. Hombre ejemplo, sin duda.

Vamos a extrañarte Steve, vamos a extrañar verte con tus característicos jeans, camisa negra de cuello de tortuga y disfrutando la presentación de uno de tus fantásticos productos. Vamos a tener que resignarnos a no esperar las noticias de que estaban preparando el lanzamiento de algún gadget, película o algo especial con tu toque casi mágico.

En fin. Saber la noticia de tu muerte me dio tristeza, profunda. Reconozco que es egoísta mi posición, pues por otro lado, la muerte representó en tu caso la liberación de un dolor que llevabas años combatiendo con valor.

Descansa en paz Steve Jobs.

En algún momento nos reuniremos contigo.

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