Bernini en el J. Paul Getty Museum


Francamente, el J. Paul Getty Museum en Los Angeles es un lugar fantástico, ubicado frente a la famosa playa de Malibu con una vista privilegiada de la ciudad. La primera vez que lo visité hace años lo único que existía era la Villa y en ese momento era francamente apabullante el uso de la tecnología para mostrar obras de arte y poder conocer los detalles de cada una sin necesidad de tocarlas o maltratarlas.  Al paso de los años, y por supuesto con un trabajo de recaudación, curaduría y con un exquisito gusto y reconocimiento por el arte en general, el Museo se ha convertido en un referente obligado en la materia. 

En la visita que hice algunos días por ese rincón californiano me encontré con una exposición de pinturas, dibujos y esculturas de Bernini, el famoso arquitecto y artista del renacimiento: "Bernini and the Birth of Baroque Portrait Sculpture". Confieso que lo que yo conocía del artista era su arquitectura y el papel que jugó en la definición del paisaje urbano de Roma, principalmente, y por supuesto el legado que dejó en el Vaticano. (A quien le interese el tema, le recomiendo un libro absolutamente disfrutable que se titula The Genius in Design. Bernini, Borromini and the Rivalry That Transformed Rome del autor Jack Morrisey.) Es inevitable, por supuesto, hablar del Barroco sin hacer referencia a él y considerarlo el más grande exponente del mismo. 

Retrato de Urbano III Barberini 

La exposición me conmovió. Se encuentran en ella más de 60 piezas del artista y reflejan con toda claridad lo que los curadores llamaron el "Arte absoluto para el poder absoluto". Gian Lorenzo Bernini, como los artistas de su época, logró plasmar su talento y arte gracias a la relación, protección y abrigo de los mecenas de su época. En su caso, fue la relación cercana y parentesco con jerarcas de la Iglesia Católica lo que posibilitó que su obra perdurase con el tiempo. 

Soy una gran desconocedora de arte, sin embargo, hay cosas que no pueden pasar desapercibidas para el ojo observador, y el talento, destreza y precisión del artista fueron algunas de ellas. ¿Cómo es posible que seres esculpidos en piedra, fría, llena de vetas, sin calidez humana puedan expresar emociones, detalles y expresiones de las personas? Tuve la sensación de que el Papa Clemente X estaba a punto de pedirme que me detuviera para conversar con él. ¿Una piedra en movimiento? Si, eso es lo que Bernini logró: darle vida a sus esculturas, invitar al espectador a sentir frente a ellas. Cuatro siglos después, en pleno siglo XXI su arte sigue despertando emociones y conmoviendo a quien le observa. 

Me quedé mucho tiempo contemplando un dibujo que me atrajo en cuanto lo vi: su autorretrato al carbón. Con unos cuantos rasgos transmitió al papel las dimensiones de su vida, en tonos negros, bermellón, sanguina y cafés. Su mirada era transparente y líquida y el equilibrio de las facciones, perfecto. El trazo del cabello detallado, preciso y casual. (En la imagen no. 9 del pase de diapositivas cuyo vínculo pongo aquí pueden apreciarlo en detalle. Galería. En la trilogía de imágenes que presento a continuación es la que se encuentra en el extremo izquierdo.) Lo conocido son sus autorretratos al óleo, por ello lo atractivo y extraordinario del caso. 
Siempre ha despertado mi curiosidad comprender la mente de un artista. ¿Cómo entienden, viven, sienten el mundo? ¿De qué manera logran transformar una idea, un sueño, una visión en algo tangible, plástico y estético? Indudablemente, si tuviera una máquina del tiempo, hubiera querido ser amiga de Gian Lorenzo. 

Comentarios

Pedro Delgado ha dicho que…
¿Y dices que no entiendes de Arte?
Menuda "crónica" para una persona que no entiende (de Arte, claro). No sólo lo entiendes sino que lo amas y lo bueno es que logras transmitir ese amor... Eso también es ARTE, ¿no?

Saludos flamencos y quisiera que fuera con "muuucho arte"
LaClau ha dicho que…
Querido Pedro,
Tus saludos flamencos están imbuidos absolutamente en el arte ¿que no?
Soy una aficionada y me gusta, eso si es cierto.
Saludos mexicanos con mucho afecto.

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