Te exijo que me sigas....

¡Se escucha cada cosa en Twitter! Confieso que lo mío, lo mío, lo mío, son los blogs. Me siento más cómoda en este espacio y me gusta lo que aquí sucede. Twitter tiene su encanto, la inmediatez, la velocidad de la información, las posibilidades de resolver, apoyar y conectarse en un instante.

Por otro lado, a pesar de haberse consolidado como un ícono de los nuevos social media, sigue en formación. Sus posibilidades, como tantas en internet, están abiertas y no se ha dicho ni desarrollado todo lo que se puede y seguramente nos llevaremos muchas sorpresas aún. No me gusta, por otro lado, el discurso violento, descalificativo y lleno de adjetivos que caracteriza parte del diálogo. En 140 caracteres hay días en que la conversación en realidad parece una suma de monólogos y señalamientos en donde abundan los apologistas de la verdad y en donde a pocos les interesa la opinión del otro. Abundan quienes buscan ser categóricos e imponer su verdad-twittera.

Esto no me extraña, debo decirlo, porque en realidad Twitter es un medio de expresión, no un fin en si mismo (aunque a veces lo parezca) y las personas que ahí participamos somos seres humanos con nuestras historias, visiones y circunstancias. No pienso que Twitter sea bueno o malo en si mismo (además de limitada, una visión así sería totalmente maniquea), somos l@s twitter@s quienes les damos sentido o no a los twitts y los responsables del uso que se le de a nuestros microblogs y microposts. En otras palabras, somos las mismas personas en el mundo real que en el mundo virtual, y expresamos quienes somos pero por otro medio.

El diálogo de la twittósfera mexicana es absolutamente representativo del diálogo que a diario construimos, reconstruimos y deconstruimos en el mundo de carne y hueso. Si de algo carece nuestra cultura política es del diálogo constructivo y de la capacidad de negociación y convivencia con "el otro". Quienes saben dialogar en el mundo real dialogan en el mundo virtual, quienes respetan en el mundo real, respetan en el mundo virtual, quienes escuchan en el mundo real, escuchan en el mundo virtual. Así de claro.

¿A qué viene esta reflexión se preguntarán? A que hace un par de días una persona, a quien por cierto conozco hace años A.T. (antes de Twitter) y a quien no sigo, me envió un twitt con aire poco amistoso, por decir lo menos, en el que me decía ¿Por qué si te sigo tu no me sigues?. #confieso que simplmente, le ignoré y ni le respondí ni le di "follow".

El hecho me dejó reflexionando sobre diversas cosas, entre otras, esto. Recordando viejos tiempos, vino a mi memoria algún momento en que la persona en cuestión le exigía a otro conocido que le prestara dinero porque anteriormente ella lo había hecho. Este asunto de dar, exigir y llevar un libro de contabilidad sobre las muestras de "generosidad" me parece digno de una persona con poco autoconocimiento y nulo desarrollo emocional. Son el tipo de personas que le pueden exigir a alguien más que les ame porque ellas les aman. Es tan absurdo comportarse de esta manera como decirle a alguien "te exijo que estés conmigo porque yo quiero estar contigo". Son personas profundamente infelices y detonadoras de profundo malestar en su entorno. Visualizado así, no me sorprendió su Twitt y simplemente decidí ignorarle.

En Twitter, como en otros tantos espacios de la vida, uno decide con quién compartir su tiempo, sus reflexiones, sus palabras y su cariño. Hay personas a quienes el ego les brilla y palpita por tener un número inmenso de followers, hay a otras a quienes nos gusta caminar con calma y disfrutar el camino sin llevar la cuenta. Agradezco a la gente que me deja entrar a su vida siguiéndome y disfruto a quienes sigo. No concibo como un hecho dado y muchos menos obligatorio que a quien sigo me tenga que seguir. La etiqueta twittera está en proceso y nadie dice que eso es obligado. Puede ser parte de una estrategia, y si el uso que se hace de Twitter va en ese sentido, fantástico y adelante. En mi caso, disfruto el espacio y me gustan el diálogo y las posibilidades que representa. No pienso seguir a nadie por obligación y mucho menos porque me lo exija. No lo hago en la vida real, menos en la virtual. Lo siento.

Podemos seguir conversando en Twitter: @LaClau

Comentarios

Clau,

Yo tengo Twitter pero te soy muy sincera: lo usé dos veces (creo). ¡Y tengo seguidores! pero al igual que vos, me siento muy cómoda y como en casa en el blog.
Quizás todavía no le encuentre la vuelta al "tuit"...no sé. No me convence demasiado. Por lo que pude ver, es que se ha convertido en una especie de chat (corregime si me equivoco).
No creo que sea para mí sinceramente.

Exigir a alguien que siga a otro, tampoco me parece. Uno sigue por elección y decisión propia a alguien sin andar presionando al otro. Al menos, esa es mi opinión.
Y largar todo lo íntimo y personal al mundo para que lo lean todos (como muchos lo hacen), no me parece correcto. Estar ventilando tu intimidad, tu privacidad...¡algo tan de uno y de nadie más! ¿por qué escribirlo y contarlo? no entiendo, te juro.
Yo me quedo en el blog, me tomo un cafecito y mantengo conversaciones
de café como acá, como en mi casa.
Besoo
Assilem ha dicho que…
Una vez agregué a un conocido a mi lista porque es un cabro ingenioso. Pensé: "Bueno, no importa si no me sigue". Pero me dio lata que no lo hiciera. Luego noté que sus twits no eran tan entretenidos y, para remate, se puso a escribir varios mensajes sobre un tema X porque su TL sólo hablaba de fútbol. Ahí preferí darle unfollow. Aunque ahora entiendo mejor por qué no me siguió: yo no me comporté como una buena amiga con él antes.

En el fondo, es cuestión de orgullo. Para evitarlo, mejor tener a pocas personas y no hacerse problemas por eso. Y agregar a gente con la que sí hay amistad.

Saludos =)
LaClau ha dicho que…
Ayy Marce,
Si, Twitter y los Blogs son muy diferentes. Yo también me siento a mis anchas en la blogósfera y disfruto cada instante aquí.

Twitter tiene su encanto, tal vez la inmediatez sea uno de ellos. Reconozco también su utilidad para ciertas cosas, en México, por ejemplo, se ha convertido en una herramiento útil para que los ciudadanos estén alerta de las zonas en las que hay violencia, balaceras y enfrentamientos entre los narcos y el ejército.

Hay algo, sin embargo, que me parece excesivo en él: la manera en que lo privado se hace público. A mi no me gusta twittear sobre mi vida y cosas, hay personas a las que les gusta que el mundo entero sepa todo lo que piensan y hacen. No tiene nada que ver con el medio, sino con las particularidades humanas. Todos somos lo que somos en el mundo virtual y en el real, aunque exista gente que si invente personalidades virtuales.

Bueno, me puse a disertar y me diste el pretexto.

Un beso grande, gracias por la visita y el comentario!!
LaClau ha dicho que…
Assilem,

Mucho gusto y gracias por la visita. En efecto, convivir con los demás es toda una experiencia. Somos individualidades proyectándonos en el mundo virtual y reflejamos todos nuestros contrastes aquí.

El Unfollow es uno de nuestros derechos. Lo he hecho, en particular con una persona cuyo TL era violento a decir basta, y no quiero eso en mi vida. Suficiente tengo con las noticias y la existencia cotidiana en la Cd. de México como para tener que navegar en las aguas no controladas de una persona que no destila aires positivos por ningún rincón. Lo omití y borré de mi lista. Es uno de nuestros derechos también.

Me gustó tu comentario y gracias por dejarlo. Buen fin de semana.

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