Antes de Partir
Hay visitas al cine que valen la pena. The Bucket List (título original) o bien Antes de Partir (México) o Ahora o Nunca (España) es uno de esos casos.
Fui a ver a dos de mis artistas favoritos: Jack Nicholson y Morgan Freeman. Personalidades y personajes inigualables del cine y cuyas actuaciones rara vez decepcionan a sus fans. Verlos juntos en pantalla fue fantástico: dos actuaciones bárbaras y dos interpretaciones que cumplieron con su objetivo: inyectarle un poco de vida al auditorio. Interpretan a dos pacientes con cáncer que deciden escribir una lista de las cosas que siempre quisieron hacer y vivir sus sueños.
Encuentro muchas cosas rescatables en la película. A lo largo de la misma se trata de manera muy sensible la muerte y se exponen componentes centrales de la tanatalogía (espero que Elizabeth Kübler-Ross esté de acuerdo conmigo). Uno de ellos es, por supuesto, las cinco fases que recorren las personas que se enfrentan a la muerte (propia o ajena): negación, enojo, negociación, tristeza y aceptación. Los personajes transitan este camino en medio de paisajes espectaculares y encuentros directos con la vida y consigo mismos.
El viaje de estos compañeros de la vida, que irónicamente se hacen entrañables en tres meses y comparten en ese lapso de tiempo lo que ninguno pudo compartir en su existencia con nadie más, es un pretexto para presentar paisajes increíbles. Una de mis escenas predilectas es aquella en la que están sentados en una de las pirámides de Egipto viendo a las otras pirámides y la luz que los baña es totalmente ocre. La toma la deben haber filmado cerca del amanecer o alrededor de las cinco y media de la tarde, mi hora favorita del día para la fotografía. Los close ups de los actores son increíbles pues el camarógrafo logra centrar la atención en sus rasgos característicos, esa sarcástica sonrisa nicholsiana y la mirada dulzona y fuerte de Freeman, difuminando por completo los demás componentes del cuadro.
La muerte es un tema que da para mucho y me gustó el respeto con el que Bob Reiner, el Director, la enfoca. Deja de ser ese tema tabú al que tanto le tememos en Occidente y se convierte en la gran validadora de la vida. (Más de un filosofo griego me daría la razón.) Hablo de respeto pues me parece que nos hemos acostumbrado a ver en pantalla una muerte abyecta, obscena, despreciable y aterradora. Aquí se le da un trato excepcional como catalizador de la vida.
La muerte jamás la asumiremos como algo normal, a pesar de que es algo con lo que todos y cada uno de nosotros debe lidiar tarde o temprano, a pesar de los muertos del mundo y de nuestros muertos (que son los que más nos interesan).
Creo que Rilke tenía razón: “Sólo quien entiende y celebra rectamente la muerte engrandece su vida.”
Comentarios
Gracias por tu visita y te sigo esperando por acá.
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Rob Reiner tiene una tradición familiar y sus aportes han sido interesante, como los de su mítico padre. Francamente, estas generaciones son tan pobres a nivel conocimientos... piensan que el cine se inventó con Matrix y desprecian al cine de 20 años para atrás porque es cine VIEJO.
Ya no estoy para estas cosas.
Por lo pronto, qué bien que disfrutaste tu visita al cine y que te conmovió. A mí no me llama la atención ese filme. Aunque el tema de la muerte (que en efecto es común, porque lo será de todos y no porque sea vulgar) siempre merece la pena ser revisitado. Y en el fondo, esa es la provocación que nos envías.
Creo que en la perspectiva tanatológica disfruté más (sin ser necrófilo, claro), la lectura de Jorge Bucay. Me parece que lo hace magistral. Elegante y sencillo. La Kubbler-Ross me pareció un poco novelada y con un enfoque casuístico. No está mal, desde luego, pero la lectura de Bucay puede ser interesante.
En fin. Buen tema Laclau. A éste si hay que darle muchas vueltas.