Valle de Bravo. La frontera entre lo local y lo cosmopolita

Es fantástico encontrar un lugar escondido entre las montañas, con un lago, con historia, con sabor, con luz, lleno de árboles, con una panadería (Santa María) en donde se hacen las mejores conchas de chocolate de todo el país, con alternativas de la más variada índole para disfrutar cada instante, a tan sólo dos horas de la Ciudad de México.

Quisiera no invitar a nadie para evitar que la gente siga llegando y el lugar pierda paulatinamente su sabor. Esto es inevitable, el lugar es atractivo, conocido y las rutas de llegada cada vez más accesibles.

Lo que si quisiera es hacer un llamado para fomentar un turismo social, ecológica y culturalmente responsable, que posibilite que los lugares mágicos de México sean conocidos pero respetando sus tradiciones, sin imponer las necesidades, prisas e intolerancia características del viajero urbano a los entornos locales. Inevitablemente este es uno de los dilemas de la globalización: respetar lo local en un mundo que tiende a idolatrar lo cosmopolita.



Seguiré comentando sobre este lugar, en donde por cierto, hay muy buenos cafés.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Debo confesar mi egoismo, hace mucho tiempo que conocí Valle de Bravo, asi como tantos otros lugares de nuestro pais, que en ese momento estaban casi virgenes, Punta de Mitas en Jalisco, Puerto Morelos cerca de Cancún y podría enumerar muchos, muchos mas. Todos me dejaron sin aliento, la naturaleza gritaba su presencia y ensordecía mis sentidos.
Hace ya casi 20 años que compre junto con mis hermanas una cabaña en Valle de Bravo, era un regalo estar ahí, entrar a ella era sentirme cobijada entre madera, era percibir la sensación de una fuerza que me llevaba hacia mi misma, como en un templo, como en un regazo. Esperaba que llegara el atardecer para subir a la terraza del pequeño cuarto principal y desde ahí mirar el lago a lontananza, para perder mi mirada entre los arboles y recobrarla entre las nubes. Me gustaba despertar con el sonido del amanecer. Podía caminar entre el bosque hasta el lago.
Hoy esa cabaña esta acotada a metro y medio por una cerca, ya no puedo caminar entre el bosque porque ya todo es propiedad privada y todo esta lleno de casas. Ya mi mirar no encuentra rastro del lago y solo volteando al cielo distingo el color de las nubes. De caminar en el pueblo, ni se diga, todo esta lleno de coches que parodiando la ciudad no encuentran estacionamiento y se quedan parados en las calles sin poder avanzar.
¡Soy egoista porque no quiero que llegue nadie mas a mis lugares, porque no quiero que crezcan, porque no me interesa que se desarrolle nada nuevo!
¡Soy egoista porque no quiero compartir nada mas!
¡¡SOY EGOISTA Y QUE!!
LaClau ha dicho que…
Ramona,
Creo que describes lo que yo siento por el lugar y decidí ser "políticamente correcta" compartiéndolo. Me he asumido en una dualidad: las ganas de callar para que no llegue nadie más y las ganas de compartirlo por que es tan lindo que más personas deberían disfrutarlo..... pero la verdad.... en el corazón.... no quiero que llegue más gente!!

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