El mensaje en la botella
¿Qué imágenes te vinieron a la mente cuando leíste el título de este post? A mi me remonta al mundo romántico cuando la comunicación tenía otro significado y cuándo la palabra escrita a mano era preciada, valorada y esperada con entusiasmo y emoción. Hace semanas escribí sobre la nostalgia que me produce la vieja costumbre de escribir cartas y recibirlas cuando llega el cartero. Ahora tenemos otras alternativas, más veloces e inmediatas que nos han acostumbrado a comunicarnos al instante y a dejar de esperar.... hemos perdido en algún lugar del proceso el valor de la espera.... ese tiempo que te permite echar a volar la imaginación... imaginar...añorar.... Ya no esperamos, queremos todo al instante, los minutos se convierten en horas y en motivo de reproche, "te acabo de enviar un mensaje... y espero la respuesta un segundo después".
La espera, y claramente soy una persona algo desesperada con el tiempo, nos permite imaginar algo poco valorado en un mundo saturado de imágenes que apelan a los sentidos y muchas veces carentes de contenido o saturadas de contenido inconexo. Por ello, visualizar el mensaje de la botella me produjo un poco de nostalgia al imaginar la necesidad de quien la echaba al mar con sus palabras flotando en medio de la inmensidad y cargadas de esperanza de ser encontradas y leídas, en algunos casos por alguien específico, en otros, por alguien simplemente. Por otro lado, imagino también la sorpresa de quien pudiese encontrar una pequeña botella flotando, sobreviviendo las mil posibilidades del océano, con una hoja en su interior, escrita por una persona desconocida pero que a partir de ese momento y sin proponérselo, se convierte en parte de la historia de quien la lee.
Hace un par de días la agencia EFE hizo publicó que una carta escrita hace quince años por una niña japonesa, y que después envió dentro de un globo, fue encontrada el 25 de enero por un pescador. Esta iba pegada a un pez que llegó al Cabo de Choshi, en Chiba (centro de Japón) y estaba escrita en un papel resistente al agua, el Shirahige. La autora tenía siete años cuando la escribió y la lanzó en un globo, y en ella felicitaba a quien la encontrara y le pedía que se la devolviera. Así lo ha hecho Kiyoshi Kimino, el pescador que la descubrió. Claro, en este caso el mensaje llegó por otra vía (de las muchas que ahora descubrimos que tiene el mar) pero la emoción y sorpresa imagino que pueden ser las mismas.
El año pasado, en Térmoli, al sur de Italia, el médico italiano Roberto Regnoli organizó una exposición con más de 80 misivas enviadas al mar y qué el considera que se han convertido en obras de arte relegadas al olvido. La variedad de objetos lanzados al mar por personas diversas es sorprendente y el médico encontró desde las clásicas botellas hasta calzoncillos con mensajes de auxilio escritos por naúfragos. Si alguien se interesa por esto puede consultar la página www.messaggidalmare.com.
Nunca lo he hecho, tal vez me anime pronto a escribir una carta con destinatari@ desconocid@ y la coloque en una de mis botellas favoritas y la lance al mar.
¿Qué café tomaron o tomarán hoy? Yo voy en esta ocasión por un Chai Latte, es lo que se me entoja.
Comentarios
Todo se obtiene enseguida... ¿y donde quedaron los anhelos, los sueños, la esperanza, la determinación, la capacidad de lucha, la fortaleza para lograr?¿donde quedo el tiempo para reflexionar?
Pareciera que las nuevas generaciones que ya no tuvieron tiempo de espera, están de alguna forma carentes de esperanza (que según mi muy particular modo de sentir, viene de espera)
¿Avanzamos o retrocedemos?¿Ganamos o perdemos?
Sería bueno enviar mensajes en botellas que viajaran al ritmo del mar y esperar entre olas y brisa la respuesta.
Qué gusto tenerte de visita. Tienes toda la razón, necesitamos reaprender a vivir con la frustración. La inmediatez y lo etéreo del momento que vivimos nos han hecho alérgic@s a ella, y paradójicamente, es una gran maestra de la vida. También nos vendrá bien redefinir internamente el concepto de esperanza, como el arte de esperar desde uno mismo. Tal vez diría que he perdido la esperanza porque ya no quiero esperar en la vida, no por que las posibilidades que aún me habitan hayan desaparecido.
Ramona, me gusta como escribes, pienso que deberías inventarte también en un espacio propio. Los blogs son una gran posibilidad.
.... y muchas gracias por darte una vuelta, eres siempre bienvenida!!!
Este dejar de esperar del otro paradojicamente nos deja libres; si nos damos el espacio para darnos cuenta de lo que somos y tenemos.
¡Y conste que he dicho que la deseperanza puede ser muy dolorosa! porque pareciera que siempre estamos dependiendo de que la otredad nos de lo que necesitamos; sea lo que sea, felicidad, abastecimiento, reconocimiento, cariño,tiempo, aceptación y etc. y más etc.
La desesperanza nos deja enfrentados a la responsabilidad de nosotros mismos, que es el lugar de definición de la libertad.
No soy libre mientras no sea responsable de mi, no soy libre mientras crea que "el otro" es el motor fundamental de mi vida. No soy libre mientras sienta que el otro me define. Creo que la libertad radica en el saber y sentir que yo creo mi vida, porque entonces viene a mi la capacidad de cambiarla y corregirla y volverla lo que yo decida que sea y entonces puedo disfrutarla y compartirla, sabiendo que aúnque el otro no esté más, esta vida es mia y no se irá nunca más cuando el otro se haya ido.
Gracias por tu comentario
Bienvenid@ a tomar café. Gracias por tu comentario y por tu visita. Es cierto, irónicamente, quien deja de esperar puede vivir en libertad. Claro, este es todo un tema, pero si la vida consiste en atreverse a vivirla (y no simplemente en dejarse ser vivido por ella), pues ahí empieza la diversión: en atreverse.
Gracias por venir y por acá te espero.
Espero que sea pronto cuando te animes a ser leída,pues para mi es un deleite hacerlo y quisiera que muchas más personas pudieran disfrutar tus palabras, tus ideas y tus reflexiones.
;-)
Hasta pronto.